El término “Niños llave” se utiliza para describir a menores de edad que poseen la llave de su hogar y salen sin supervisión de sus padres.
Niños y adolescentes de entre 10 y 17 años pasan solos en casa durante periodos de entre ocho y 12 horas, debido a que sus padres trabajan principalmente en el sector turístico.
En Quintana Roo, más del 66% de la población en edad de trabajar, lo hace en el sector turístico. La mayoría de estas personas tienen hijos, muchos de los cuales forman parte de las estadísticas de menores que permanecen solos en casa.
El término “niños llave” se utiliza para describir a menores de edad que poseen la llave de su hogar para entrar y salir mientras sus padres están trabajando.
Maestros han señalado que uno de los problemas persistentes en Cancún son los niños llave, quienes no reciben el cuidado ni la supervisión adecuada por parte de sus padres.
Miguel Ángel Portillo Acosta, subsecretario técnico de la sección 25 del sindicato de maestros, explicó que la ausencia de los padres en casa no contribuye a fomentar buenos hábitos, disciplina ni convivencia familiar, y en muchas de las veces maleduca a los niños, ya que los padres, para compensar su ausencia, les dan absolutamente todo.
“En nivel secundaria tenemos muchos niños llave, debido a que los papás trabajan ambos turnos. Estos menores son autosuficientes: van solos a la escuela, usan el transporte público, regresan solos a casa y, cuando los padres llegan cansados del trabajo, no supervisan las tareas. Los niños simplemente dicen ‘ya las hice’”, mecionó.
Por su parte, Connie Garay Vargas, psicóloga especialista en menores del DIF municipal de Benito Juárez, advirtió sobre los riesgos adicionales que enfrentan estos niños, como la facilidad con la que pueden estar en la calle sin supervisión adulta.
“La calle está llena de peligros para los menores de edad. Hay personas sin escrúpulos, y es fundamental que los padres tomen conciencia de los riesgos que enfrentan sus hijos cuando están solos, como accidentes o adultos que se les acercan con intenciones perversas”, señaló.
Garay Vargas destacó que los riesgos son muy altos, ya que hay personas que observan los movimientos de estos menores, se percatan de que están desprotegidos y buscan explotarlos, ya sea laboral o sexualmente.
Por ello, recomendó que los padres hablen con sus hijos sobre estos peligros para que los menores puedan identificarlos y protegerse en situaciones adversas.
El DIF estatal y los municipios han implementado diversos programas para ofrecer actividades recreativas o educativas complementarias a las escolares. Estos programas buscan mantener ocupados a los niños, pero, sobre todo, asegurar que estén bajo la vigilancia de adultos.